lunes, agosto 21, 2006

Aunque me sienta asturiana y en casa paseando con mi padre entre las montañas verdes, los bufones de Vidiago y en mi playa de Torimbia, como decía Serrat mi niñez sigue jugando en las playas de este Mediterraneo de aguas templadas y tranquilas. En estas playas que ahora recorro de la mano de mi hijo al que le gusta pasear por ellas casi tanto como le gustaba a mi abuelo, ayer hicimos kilometros, mami hasta la barca, mami hasta la casa naranja, estamos muy lejos… Y yo pensando en mi abuelo cada paso, cada metro, ¿sabes a quien le gustaba mucho pasear asi por la playa?.. ummm, al yayo. Si a tu yayo tambien, pero al que más le gustaba era a mi yayo. Cuando mamá era pequeñita veníamos a un playa como esta y mi yayo salía muy pronto por la mañana, cuando aún no habíamos desayunado, con su bañador y su protector solar y echaba a andar. Andaba kilometros y kilometros, con paso firme, casi militar, con una técnica depurada para evitar o desviar la trayectoria de los niños y paseantes varios que se acercaban en sentido contrario y amenazaban con hacerle cambiar el ritmo del paseo, cruzaba un rio, llegaba a otra playa y luego, a media mañana, volvía al toldo a vernos y nos dábamos un baño, y nos preguntaba qué estábamos leyendo y nos contaba las incidencias del paseo.

Este mar, estas playas, están unidas para siempre a las largas vacaciones de mi infancia, a mis abuelos, a Sita, y me encuentro volviendo cada verano, intentando hacer a Alex parte de mi historia, de mi pasado y mis antepasados. Mira hijo, en esa tienda mi abuela nos compraba unos bollos riquísimos para desayunar, a esa playa ibamos la tia belén y yo cuando eramso pequeñas, a mamá y a la tia Belén tambien nos traían a saltar en el castillo hinchable (espero que no sea el mismo, han pasado veintitantos años..)…

Se que para mis abuelos ver jugar a Alex y a Pablo hubiera sido la mayor felicidad. Se también que es muy dificil que Alex o Pablo, lleguen a sentirse parte de su historia, de la historias de mis abuelos, de la herencia honesta, orgullosa de mi abuelo, soldado, impresor, lector empedernido, abogado de vocación, alcalde, director, y sobre todo abuelo, paciente, fuerte, cariñoso y dedicado, de mi divertida y pizpireta abuela, siempre de compras por la calle Goya, merendando en California 47, cosiendo y tejiendo(mi abuela es una maquina de hacer punto decia un niño en un libro que ella nos compró, le encantaba esa frase, se reía como un cascabel. Y nosotras, no sabemos coser ni un botón), o de mi abuelo Paco, el actor, con sus poesías maravillosas y su aspecto de galán (ya no te me escapas, mar, tengo ya tu sombra presa dentro de mi pensamiento…cómo me gustaba verle recitarlo, me la aprendí de memoria y la utilicé en alguna audición en el grupo de teatro pero nunca fui capaz de decirla como él).

Si, es dificil que Alex y Pablo pueden entender, apreciar y amar esa parte tan intima de nosotras hechas con los recuerdos, los gozos y las sombras de los que ya no están, y sin embargo, Pablo lleva retazos de ellos en su cara, le bastará mirar las fotos para reconocer de donde viene y a quien se parece: los ojos de mi hermana y antes de ella, de mi padre, la misma cara que mi abuela, la boca de su padre. A Alex quiero coserle esa historia al corazón a base de cuentos, de recuerdos, de memorias, de transmitirle las tradiciones que ellos crearon para nosotras (abuelo, ójala hubiera apuntado todas tus historias, eso si que era recuperar la memoria histórica): los calendarios de adviento de mi abuelo, las compras y las tortitas con nata de mi abuela (que ya no podrán ser en California porque ahora es un Zara, si la pobre levantara la cabeza…..), los paseos por el Retiro para dar de comer a las palomas y ver la casa del Mago Fierabrás…

Esa es tu historia porque es la mía, porque es parte de lo que soy, y más allá de los parecidos y la genética quiero que la sientas como tuya, mi pequeño cosaco, tu pasado no empieza hace un par de años, porque llevábamos esperandote toda una vida y todo lo que aprendimos y vivimos es para enseñárselo a nuestros hijos, a tí y a tu hermana cuando llegue. En esta infinita alegria de tenerte, lo único que a veces me pellizca el corazón, hijo mio, es no poder reconocer en tu cara maravillosa los rasgos de los que tanto amo y amé.

El correo del Zar

DHL entregó puntualmente, cual Miguel Strogoff,nuestro expediente el lunes 14 en Kaz.

Ya solo quedan 5.000 cosas más que pueden salir mal, que el Ministerio no acepte la carta del Consulado británico, que falte algún papel, que haya faltas de ortografia, que no les guste el color de la habitacion del niño en las fotos que enviamos, que un sello esté torcido, que el porcentaje de cyan en el pantone del lazo que cose el expediente no sea el mismo que el de la bandera kazaja...... en fin, que hasta que no nos digan que el Ministerio ha aprobado el expediente (y queda como un mes) no podremos darle tregua a la valeriana.

No se si hay un santo patrón de los padres adoptantes, pero si alguno lo conocéis, por favor ponedle muchas velas.