viernes, diciembre 01, 2006

CALENDARIOS DE ADVIENTO

Alex está como loco con su calendario de adviento. Desde que tengo uso de memoria, sin faltar ningún año hasta que murió, mi abuelo nos compraba a mi hermana, a mi prima y a mi un calendario de adviento, los tuvimos con dibujos escondidos tras las ventanitas, con personajes de series de televisión, con muñequitos dentro y, los favoritos de mi hermana y ahora de mi hijo, los que llevaban chocolatinas.

Mi abuelo era el guardián de la Navidad en mi familia, el único que supo siempre mantener las tradiciones, la ilusión y la alegría de estas fechas como cuando éramos niñas. Cuando llegaba Navidad, tuviéramos la edad que tuviéramos, daba igual cinco, que quince que veinticinco, nos volvíamos niñas otra vez. Mi abuelo aparecía con sus calendarios de adviento, con sus cajas de mazapanes de Casa Mira, y sus pastillas de sopa de almendra para Nochebuena, tarareando villancicos, y nos obligaba a escribir la carta a los Reyes Magos y a preparar una pequeña obra de teatro o villancico para ganarnos el aguinaldo, hasta los veintitantos recitamos autos sacramentales, obritas de Gloria Fuertes, poemas escritos por nosotras ante un público entregado. Nunca faltamos una Nochebuena ni un año Nuevo (bueno, creo que uno que me sentía mal una copa, te juro que sólo una, mamá¡....) ni un dia de Reyes a casa de mis abuelos, y cada año antes de entrar en el cuarto donde dormíamos de pequeñas y donde los Reyes dejaban nuestros regalos, mi abuelo nos obligaba a cerrar los ojos y a formar por estaturas antes de entrar a ver nuestras sorpresas, entre las que siempre había libros maravillosos.

Mi abuelo era el guardián de mi infancia, el editor de mis poemas y cuentos, mi ejemplo y mi héroe, y cuando abro la primera ventana del calendario de Adviento le echo de menos mas aún que todos los demás días del año y le siento aún más cerca.

Espero que algún dÃía me vuelva a encontrar con mi abuelo para terminar todas las conversaciones que dejamos pendientes y que desde donde está ahora, vea que por lo menos intentamos mantener vivas las tradiciones y pasarle a mi hijo el espíritu de las navidades que tanto empeño puso él en mantener vivo para nosotras.

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