lunes, abril 02, 2007

DASVIDANIA ASTANA

¡Como nos van a echar de menos en Astana!. En el Ramstore nos hacen la ola, a ver, compramos por lo menos una vez al dia, y encima, con alegria: pañales, los de 104 unidades, ketchup, heinz, por supuesto, potitos, veinte o treinta, pan fresco, pollos asados, para mi niña, toda la toilette: colonia, champu, suavizante, cremita, dos chupetes, por si acaso, y siempre se no solvida algo y tenemos que bajar otra vez. Ya no me preguntan si tengo la tarjeta, ahora me dicen “la tarjeta no la tiene aun, ¿verdad?”. En el café, tenemos a las camareras comiendo de nuestra mano, sobre todo desde que vamos con Katie, que las tiene locas. La verdad es que antes nos hacian bastante menso caso. En la peluqueria donde toda la familia nos hemos cortado el pelo, incluida Katie, nos invitan a pasar para tomar café y en el internet café me sonríen nada mas verme y me tienen preparada la tarjeta de internet. Además, me conocen bastante en la tienda de niños y en las farmacias de la zona, ayer me visité tres para conseguir un termometro. Menos mal que como saben Salbi y Ali se me da muy bien jugar a las charadas. Mi marido se piensa que es porque hablo ruso, “ve tu mejor que hablas ruso” me dice cuando hay algun recado mas complicado. Si me viera el pobre se desilusionaría muchisimo.

- Ya jachu TER-Mo- Me- TRO –digo metiendome un dedo en la boca y pasando la mano por la frente
- Temperatur?, Aspirin?
- Nietu temperatur, baby cof cof cof – imito toses, me paso la mano por la frente otra vez
- Ah, TERMMOMETER
- A ver, ¿y yo que he dicho?
- Nietu

O sea que no tiene, pues vaya farmacia, ni termometro, ni ibuprofeno, dos productos esenciales para la vida moderna. Bueno, pues tres farmacias me recorrí.

En fin, que nos van a echar de menos, a mis charadas y a las propinas de Craig, en el restaurante georgiano y en el Café Oasis tambien nos hacen la ola por lo rumboso que es mi chico.

Y mientras, nuestra kazajita tan tranquila, entra y sale, sonrie, juega y mira todo con cara de viejecita sabia, con mocos y babas para repartir la pobre, entre el catarrazo que tiene y los dientes, pero cada dia más simpática. No extraña nada pero definitivamente parece que le gustamos, es increible que una cosa tan pequeña pueda tener tanta personalidad.

Viendo a Katie tan pequeñita no puedo evitar pensar en todos los meses que le va a llevar de ventaja a Alex, en todos los meses, once para ser exactos, que Alex pasó solo encerrado en su habitacion de la casita verde y que mi hija pasará con nosotros. Viendo como crece, cambia y aprende cada dia me doy cuenta de todo lo que nos hemos perdido de la vida de mi cosaco y me duele cada minuto como un puñal en el corazón. Yo no estaba cuando mi hijo empezó a gatear, cuando dió sus primeros balbuceos, cuando le dolían los dientes y lloraba con desconsuelo… Diecisiete meses, once mas que Katie estuvo solo mi niño, sin apenas salir de su habitación con video y piano de la que deseaba tanto escapar. Diecisiete meses hasta que nos encontramos por fin, como si siempre nos hubieramos buscado, como si estuvieramos hechos el uno para el otro. Mi hija no sabrá nunca realmente lo que es un orfanato, no creo que pueda recordar nada de lo que ha vivido hasta hora, tampoco se si Alex tiene algún recuedo de esos meses, pero se que tardó seis larguisimos dias en reirse a carcajadas, en llorar, en gritar, que tembló como una hoja la primera vez que salió a la calle y que miraba cada puerta abierta como si fuera la puerta del cielo.

Es una experiencia muy agridulce esta de la adopción, saber que algun dia tendrás que explicarle a tus hijos que les amas con locura porque otros en su momento no supieron, pudieron o quisieron amarles, que sin “ellos”, sus padres biologicos, no habría “nosotros” y que “nosotros” es la experiencia mas fascinante que nos ha regalado Dios y la vida, saber que para poder llegar a tus brazos han tenido que ser abandonados, una de las palabras más tristes del diccionario. Y esperar que nunca olviden que aunque no tengamos la misma sangre estamos unidos por lazos que van mucho mas allá de la genetica, que nos hemos elegido, que hemos elegido ser una familia. Espero poder hacer la vida de mis hijos tan completa como ellos han hecho la mia. ¡ Y todavia hay gente que dice que los padres adoptivos somos los que hacemos una buena obra y que los niños deben estar agradecidos!. No entienden nada de lo que es realmente la adopción.

Creo que Katie ya nos ha adoptado tambien. Gracias, hija, por querer que seamos tus padres, tu familia.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Precioso Bea y muy acertado. No habla la razón sino el corazón y por eso hay, todavía, mucha gente que nos dice que cúanto tienen que agradecernos nuestros hijos y que suerte han tenido!!! Ellos no saben lo que es un hijo, una hija, del corazón y los inmensamente agradecidos que nosotros les estamos a nuestros-as niños-as por habernos adoptado como padres. Pero quienes se pierden la grandeza de estos sentimientos son esos obtusos que no son capaces de entender nada y por eso se quedan sin saber la inmensa felicidad que sentimos. ¡Hala, que se chinchen!
Sácate el puñal del corazón. Ni tu hijo ni mi hija recordarán sus 17 meses sin padres, al menos de forma consciente. Hemos tenido, de nuevo, la inmensa suerte de ser su primer recuerdo de familia y ese sentimiento de abandono no podrán identificarlo, no el de ese momento. De lo que no nos librará nadie es de responder al ¿por qué me abandono mi madre? y yo solo le pido a la vida fortaleza para afrontarlo y sabuduría para responderlo pero creo que si dejamos hablar al corazón, sin mentiras, sin vergüenzas, sin dobles palabras, sin artificios, entonces encontraremos las razones que ellos necesitan oír y detrás de cada una de esas razones irá acompañado, por mi parte, un te quiero. Porque la adoro y porque otra mujer me hizo el favor de hacerme feliz. Espero, efectivamente, devolver esa felicidad con creces.
Un beso y ánimo que ya estáis en casa. A ese bellezón de dos dientes y capucha rosa dile que no sabe la que se le viene encima el día que yo la vea. A ese cosaco lindo cuéntale el día que "nació" una y mil veces ( o sea, el día del encuentro en la casita verde).

Mafer